Uno de cada cuatro radares que vigilan las carreteras españolas son radares fantasma, es decir, un dispositivo de control de velocidad que está señalizado y registrado, pero se encuentra desactivado o no cuenta con el mecanismo que capta y registra la velocidad.
La DGT cuenta con 614 radares distribuidos por las calzadas españolas y, sin embargo, el 25% de ellos no puso ninguna multa desde 2013 a 2015, según el informe realizado por El Confidencial y la Dirección General de Tráfico (DGT).
Se puso en marcha en 2005 y la DGT lo justificó por su efecto disuasorio y porque "un radar fijo puede cambiar de ubicación".
El tema de los radares fantasma tiene posiciones contrapuestas, ya que las variaciones de ubicación y operatividad que sufren los radares acaban despistando a los conductores y, como consecuencia, disparando las sanciones por exceso de velocidad.
Cabe destacar el caso radar situado en el kilómetro 18,2 de la A-6, con límite de 90 km/h. Este registró en 2015 el mayor número de multas en los últimos cinco años a pesar de operar solo durante 79 días: interpuso 868 multas diarias para conformar un total de 69.000. En julio de 2015, dejó de funcionar y dos semanas más tarde comenzó a multar el radar del km 12 de la A-5, el cual registró más de 35.000 multas en cinco meses: 244 por día.
Según Eugenio de Dobrynine, director del departamento jurídico de CEA, "no es malo que se mantengan estas señalizaciones, aunque ya no contengan un radar real porque contribuye a que baje la siniestralidad. No obstante, considera fundamental que se justifique su desactivación o cambio de lugar, algo en lo que todos parecen estar de acuerdo".
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